Latir Festival

Latir presenta:

Enkelé. Siete mujeres comprometidas tocando instrumentos prohibidos; poetisas y cantaoras de la nueva magia realista afrocaribe.

Marcelo Chaparro Santana

@marcelo_funky

Traductor y escritor

Una familia bonita de mujeres poderosas que tienen claras las cosas. Y una virtud infinita: su cultura es muy bonita, llena de tradición. Con amor, cada canción -que cantan con maestría- transmite mucha alegría. ¡Enkelé, mi agrupación

“Décima” intro del álbum Pa’ la cima (Enkelé, EcoMusic, 2024).

Muchos años después, frente al ancestral empoderamiento, las siete mujeres de Enkelé habrían de recordar aquellas tardes remotas en las que, aún siendo niñas, sus ancestras las llevaban a conocer el fuego.

Y aquel fuego se convirtió en magia. Llega a España Enkelé, uno de los colectivos musicales más interesantes y prometedores de un país que, todavía inmerso en períodos de transición post-violencia, exporta hoy una cantidad y calidad de oferta musical con la que enamora al mundo: Colombia. Enkelé es una potente apuesta coral de mujeres diversas que tocan instrumentos tradicionalmente vetados para ellas; una apuesta de cantaoras que alzan su voz contra el machismo mezclando géneros regionales con letras arriesgadas herederas de la magia del río Magdalena y de la(s) realidad(es) de siete poderosas féminas que migraron desde lugares de la costa Caribe y Venezuela hacia Bucaramanga, capital del oriente colombiano, para invocar el legado de sus ancestras.

Traen en sus saberes y talentos el compromiso para con aquellas antepasadas que les enseñaron que la mujer tiene el derecho de reclamar su poder detrás de un tambor o frente un micrófono, pues la lucha por sus derechos es, irónicamente, la fuerza de la que se nutren. Siete artistas que conquistan festivales del mundo tan diversos y prestigiosos como la Feria del Libro de Cuba, el carnaval de Barranquilla, el Festival de Jazz de New Orleans, el Colours of Ostrava de República Checa, y el LATIR de Barcelona, que se proyecta como la gran plataforma hispanoamericana sobre el mediterráneo.

Llegan las Enkelé al Festival LATIR, tras juntarse hace años en Bucaramanga y empoderarse gracias a sus culturas. Llegan con sus turbantes y sus mochilas a hablarle al mundo de lo que significa crecer – siendo cualquier cosa menos un hombre – en una región heteronormativa y conservadora de un país que, aunque hermoso, aún tiene batallas que librar en lo que a inclusión y variedad respecta. No fue fácil para Mildreth Pasos la tamborera, por ejemplo, cuando hace dos décadas se lanzó al escenario a tocar en Tamalameque (noreste colombiano): la sacaron del festival “porque una mujer no podía tocar la tambora”. Hoy, Enkelé lanza un mensaje que combate cualquier exclusión sinsentido. “En nuestras presentaciones hablamos de la importancia de tener unos espacios libres de violencia, no solo la del machismo; por eso en nuestra música queremos llevar estos mensajes”.

Las cantaoras Yira Miranda (compositora, trabajadora social), Damar Guerrero (compositora, estudiante licenciatura musical) y Camila Pedrozo (guitarrista, licenciada en música); las percusionistas Carolina Delgado (compositora, maraquera), (Mildreth Pasos (tambora, licenciada en danza), Angélica Ruiz (tambor alegre, licenciada en música) y Yuranis Miranda (llamador, bióloga) actuarán en varias citas europeas este verano para desplegar los paisajes sonoros de sus tierras: Arboletes, Talaigua Nuevo, Gamarra, Pelaya, Bucaramanga, Barrancabermeja y Caracas. “Somos mujeres independientes en la industria de la música, y hacemos bailes cantaos; todo se hace a punta de autogestión y el apoyo de la gente linda que cree en nosotras,” cuenta Carolina Delgado, la fundadora y directora de Enkelé.  

El nombre “Enkelé” no nació por casualidad, significa “estrella” en lengua Bantú, del Congo africano. Su música es el baile cantao, una expresión artística de la cultura del Caribe colombiano que nació como producto del arte y resiliencia de africanos que llegaron esclavizados a Colombia. Sus canciones están ayudando a romper las barreras de una cultura limitante y excluyente. “Seguimos en esa lucha, ahora es un poco más amigable y ya se ven más mujeres tocando el tambor, la gaita y el millo”. Guerreras, poetisas, maestras, curadoras, iconoclastas y referentes para miles de niñas que hoy quieren hacer lo que ellas hacen, nos cuentan que con su baile cantao no proponen nada distinto a reconocer la historia de las mujeres en la música… y empoderar futuras generaciones. “Queremos invitar a todas las mujeres de cualquier edad a que se atrevan a vivir sus sueños, que todo es posible, que las mujeres podemos interpretar… no solo cantar o bailar”. Su presencia en la cultura afrocolombiana -afrodescendiente en general- es más que necesaria porque en la música tradicional hay techos de cristal que derrumbar. O hacer saltar por los aires a grito pelao’ si hace falta, que ya iba siendo hora. 

Además de la resignificación que conlleva el romper tabúes como pecusionistas, merece la pena centrar la atención en las letras de Pa’ la Cima, el álbum que vienen a presentarnos. Las letras de los diez cortes son un paso gigantesco hacia adelante en ritmos/géneros como la cumbia o el bullerengue, pues ponen en primer plano obviedades humanas como que la mujer tiene piel, que es dueña de su cuerpo y destino, que tiene voz para gritar sin que le llamen bruja, y que poseen el poder de curar y parir, la magia de sus cuerdas vocales y sus manos, y la bendición de sus propias musas. Pa’ la cima abre con una declaración de intenciones sobre quienes son ellas y quiénes sus ancestros y ancestras; continúa con esos amores que nunca pudieron ser; con una promesa a quien acaban de nacer; con un repique de cueros para el agua ¡que se nos acaba!; con una oda a la tierra bonita donde fueron paridas; con la confesión de una mujer amante que no sabe querer a medias si escucha el tambor o ve los ojos que la embrujan; con el canto de una niña criada en una plantación de tambores cosechada por su abuela; con una carta de perdón por los errores causados; con un alegre reconocimiento a las caminadoras que abrieron senda entre Montes de María y mariposas amarillas (Estercita Forero, Totó la Momposina). Pa’ la cima cierra con un guiño a una tal Juana, que hace con su piel lo que le da la gana. Y va alegre entre matorrales, pues sus hermanas la protegen. Un robusto bullerengue para una historia rural, pero que es también una conversación sobre libertades y derechos. Una representación de las mujeres que deseen disfrutar de su sexualidad, tomar decisiones sobre sus cuerpos, y no tener que dar explicaciones por sus actos”. Y Juana sale del matorral, revolcá como gallina. Y si hay que quitar a todo el patriarcado, yo lo voy a hacer duélale a quien le duela, canta Damar Guerrero.

La producción de Pa’ la cima (Iván Benavides y Yeison Gómez) es de alto nivel, las interpretaciones son magistrales, las letras, arriesgadas y francas. Creadoras de una sinergia potente, femenina y feminista, su intención es “llegar a más escenarios con nuestra música de tradición oral, con nuestros bailes cantados hechos por mujeres. Ampliar la visión que tenemos de nuestra música nos hace exigirnos también un poco más, nos hace reivindicarnos por todo el trabajo que hemos hecho y todo lo que hemos crecido en este proyecto”, complementó la artista.

Todo este realismo mágico, toda esta valentía real cocida a fuego lento entre cueros y cuerdas vocales es lo que se desplegará en una tarde mágica el 20 de julio al aire libre en el Parc de l’Escorxador Barcelona, en el Festival LATIR. Una cita imprescindible para quienes disfruten de la música con talento, pedigrí, enjundia, entidad y compromiso social. Una puesta en escena rebosante de pasado, presente y mucho futuro.